El lamento y el espanto

Ya ni sé de que hablamos cuando hablamos,
ñañañá,
el hilo de la conversación se me pierde por lo ciego
por lo idiota
incontenible;
por lo viejo
por lo dadadá.

si disfruto tronar de estos dedos
a mitad de la noche
si de solo escuchar el hueso truene que truene
                         cric crac
se eleva la ceja
jss...
se tuercen los labios

                                  es toda tuya la culpa.


Ya ni sé que veo cuando me voy cayendo
záz
y el velo de las cortinas
hush
se me mueve sin que nadie me visite.

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