Senda por la izquierda

"un caracoleo amargo, duro, 
destinado al ensanchamiento, 
al acto de deshacer quemando"

(frag) Su Estrofa Erizada de Roberto Lopez Moreno



Un gato maulla su alarido de muerte por las calles encharcadas del centro a medianoche. Loto, caminando, escucha las estrofas y siente que son suyas. Se detiene, pues esta acción, para él, es la forma más noble que alguien puede hacer para expresar la importancia de la situación.
Loto no se cree noble, puesto que ha estado a punto de destruir familias por violación de algún tipo, aunque él no lo ve así; se autodenomina un creyente del "arte de lo cotidiano", por lo tanto, un ser que por más que quiera, jamás será malvado. Al estar parado, siente como un techo mojado deja caer unas gotas en su cabellera. Las gotas tardan varios segundos en recorrer todos sus cabellos, hasta que por fin mojan el craneo. Esto lo despierta de un trance, al cual entra al pensar en el pasado, en ese pasado, que según él, esta olvidado.

El gato vuelve a maullar. Las estrofas lo erizan; vive las estrofas, las goza parsimonioso, en silencio, humildemente. Suspira unos versos antes de moverse. Piensa en el brebaje que aún dormía en la botella de whiskey del otro día. Piensa si la mujer de su vida se resistiría a una cita con él tras un tiempo fuera. Pensó, también, en el choque de los cuerpos desnudos de los dos, en el sudor atrapado por años, los gritos afinados, las marcas de la palma en toda la piel. Pensó en ella, pensó en él. En como el miedo a continuar había manchado sus ojos de mentiras, provocandole a Loto un problema con el enfoque de las cosas. Provocandole enfermedades y filias no obtenidas antes, provocandole dolor, tan simple como eso. Dolor era esa lejanía que no podía ver, esas manchas que surgían al tratar de ver mas alla; eran manchas en su cuerpo de donde salía el malgaste del resultado del miedo. Las dimensiones del terror, del abandono, habían sido reafirmadas en una noche de maullidos.

Loto empieza a retroceder, con pasos idéntidos por donde venía. El maullido calla y el ronroneo se hace presente debajo de sus piernas.

"El maullido era violencia, el ronroneo es calma", piensa él.

Baja la mirada y se tarda en enfocar, puesto que todo es negro; el piso, sus zapatos, el gato y la noche de ese viernes eran negras. Reconoce al gato por sus ojos color cielo. Se agacha, se sienta, se acuesta. Ve las nubes através del ronroneo. Siente vértigo, ganas de gritar, de deshacerse de la hondura de su historia mediante un desesperado y angustiante grito que arrase con la garganta. La voz ya no le importa, no tiene a quien hablarle, se ha quedado solo. Más le quedan los ojos. Él describe con más suspiros el acto de parpadear al gato; menciona que al momento de cerrar los ojos el mundo ya no existe, a pesar de que lo sigas tocando, escuchando, oliendo o saboreando. Dejas todo atrás por un rato, sin embargo, como en los sueños, volver a abrirlos significa despertar y volver a todo lo creído.

El gato deja de ronronear al termino de su suspirar y camina hacia un callejón, de donde había salido. Loto lo sigue, con cautela para no tropezarse por su enfoque descontinuado. El gato comienza a correr. Loto se asusta y lo sigue mas deprisa. Loto lo pierde de vista entre tres paredes que marcan el final del viaje. Debajo de las paredes, al centro, yace una paloma muerta, con insectos chapotenado en el delirio de un charco rojo. Loto se acerca y cae de rodillas ante el ave. Asusta a los bichos y la levanta. Loto piensa en quemarla, pero rechaza el acto al recordar no saber a donde se dirige el humo de las cosas. Entonces piensa en darle una muerte honorable, un entierro no muy profundo cerca de su casa. O, tal vez, podía inventar otro idioma. Si el azul del cielo lo permitía, podía inventar un "encielar" en las nubes de los gatos, para que al voltear cada día en la mañana, pueda vislumbrar la figura de unas alas y un pico bien mezcladas con la luz. Y que pueda llover y llover sangre hasta que todo se seque y quede en la tierra de una manera u otra, para que vuelva a nacer y siga a los gatos mas deprisa, sin quedarse pasmado pensando en el pasado, y tenga tiempo para salvar a las palomas.

Eso piensa Loto mientras escribe en la pared, con la sangre derramada:

"que el idioma que hemos inventado
 sea el signo para volvernos a ver"

Loto se retira con la paloma en las manos y el gato siguiendo sus pasos. Camina hasta su casa. El gato entra, el gato come, el gato duerme. Loto entra, Loto se desnuda, Loto se acuesta. Deja a la paloma en el buró, tapandola con una cobija. Loto duerme.

Al día siguiente, los maullidos del gato lo despiertan. Loto no ve bien, busca esos lentes que odia usar y los coloca enfrente de sus ojos. Mira hacía el buró preocupado, pensando que el gato le había hecho algo a la paloma. Loto solo mira el buró vacío y al gato libre de culpa. Loto se levanta, sale y mira al cielo. Loto sonríe. Loto descansa. Loto puede esperar. Loto espera. Loto cierra los ojos. Comienza a llover.

Comentarios

  1. Me ganaste la idea y SI.
    Si sucederá, pero no me siento lista todavia.
    Las circunstancias no apuntan a lo verídico y eso me asusta.
    Hay tantas verdades que confesarte ya sin tanta palabra de adorno.
    Te extraño
    ...pero CREO que la espera debe continuar
    aunque duela.

    "que el idioma que hemos inventado
    sea el signo para volvernos a ver"

    .. de acuerdo

    ResponderBorrar
  2. Contesté tu comentario... le debo la leída de su blog porque estoy en un deal, que esté bien!

    ResponderBorrar
  3. (prometo que sí lo leeré)

    ResponderBorrar
  4. swzdxecfrgvtrhbynjukyimlo,ikmnjuybhgtvrcfx

    ???????

    ResponderBorrar
  5. ja, muy bien.

    hace alguna diferencia?

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

pase ud. y mantegase eficaz

Entradas populares