Hemos adoptado una forma peculiar de caminar bajo la lluvia

Hoy te quería contar que fui a jugar basquet, como ya casi diario. Algo ha pasado con los astros, pues hubo bronca en un partido. No entraré en demasiados detalles... básicamente un chico, al que llamaremos "el de la gorra negra" o "gorritas" pa pronto, se calentó porque yo, como arbitro improvisado que fui, marqué un saque en contra de él. Se enojó bastante. Se quejó del arbitraje reiteradamente. Dijo que "para qué" si no las van a marcar bien. Yo, en el calor del juego, respondí "se gana en la cancha". Eso, aunque no es provocación directa, seguramente fue tomada como tal. Cualquier cosa hubiese sido tomada como tal para él en ese punto. El partido siguió y entre retas y retas, volvió a jugar "gorritas" y otro jugador, que se toma en serio el juego (el "serio" le llamaremos), marcó una falta que el gorritas le había hecho; tremendo zafarrancho se armó de ahí. El "gorritas", inflandose poco a poco como pavorreal, negó la falta y preguntó cosas que solo él sabrá por qué. Al "serio" no le causó mucha gracia y el pique que al parecer ya traían de antes, creció como espuma. Acordaron un "tiro". Tuve que intervenir. Con el papel, bueno o malo, que haya desempeñado como arbitro improvisado, me otorgué a mi mismo un poder mediador. "Es un juego", "ya, vamos a jugar" o "¿qué le pasa?" inundaron la cancha. Pero el gorritas y el serio no daban tregua. Tuve que reincidir con la frase que parecía ser la más apropiada y fuerte: "es un juego". Y es que ¿realmente esto es un juego?. Hay gente que alega que en la cancha, cuando uno ya está en cierto carril, encarrilado, tal cual, la cosa se pone seria. ¿Por qué? Te preguntarás, tú que no disfrutas realmente del basquetbol a pesar de jugar juntos y divertirnos. Piénsalo como el ballet: sé que el baile en ensayos o el escenario nunca tiene la pinta de juego, ni para ti ni por tradición. Sin embargo, cuando ensayan se permiten ciertas pifias, ciertas risas o desatenciones que, aunque inmediatamente corregidas porque el carácter del ballet es serio, no hay repercusión mayor que la de un "¡atención!" o un "más altas las piernas". (Porque debo recordarte que algo aprendí, con tantos ranvenvés que vi). Esa no repercusión identificada en el ensayo, equivale a un "no pasa nada, es un juego" en la cancha. Porque esto no es la NBA. Ni siquiera es una liga amateur. Somos vecinos, colonos y conocidos a medias y que solo nos juzgamos por nuestra forma de pasar el balón o fallar una canasta, pero con gracia. Nadie se está jugando nada. Pero, aquí entra el gran pero. El "gorritas" si se estaba jugando algo. Esa fue la diferencia. ¿Qué se jugaba? No sabemos. Quizá el honor, quizá el orgullo. Quizá había que quedar bien con el hermano o la mamá, que juegan en el mismo equipo. Quizá nada de eso, quizá solo fue un mal día y la frustración de no poder jugar como él quería, le jugó chueco. Él se jugó a si mismo.

Ya inflado, "cantó el tiro" uno a uno en el pasto, lejos de quienes ansiabamos se reanudara el partido. Esto, es un acto terriblemente egoísta. Y te lo digo yo, que se del tema. Tú, ya caliente, enojado y sin explicar por qué interrumpes el partido ¿vas a quitarnos la oportunidad de seguir jugando a nosotros? Que curioso funcionamos los humanos, eso no se piensa cuando uno se enoja. Cuando uno se enoja es como si una nube grande tapara al resto de la existencia que no son el motivo por el que originalmente te enojaste. Todos coincidimos en que nubla nuestra juicio, nos hace instintivos y nos vuelve reclamadores de sentimientos de la caverna, cuando de nuestra ira dependía nuestra supervivencia. Lo tenemos tan arraigado, que aunque le dijeras mil veces "es un juego", el ya estaba jugando otro. Y lo podías entender. Sin embargo, los demás seguimos esperando, por lo que tuve que gritar "si se van a dar un tiro, le llamamos a la patrulla para que se lo den bien". Eso, mime, fue un volado; por una parte impongo miedo tras una amenaza que no depende de mi, si no de un poder superior. Pero imaginario momentaneamente. Los 40 o 50 policías que normalmente son reclutados ahí mismo brillaban por su ausencia. No había uno solo. Pero la duda estaba en el aire, eran aunque fuese poco, unos cuantos segundos casi minutos en los que, desorientados, dudaban de si "el tiro" era la mejor idea. Se despejaban ciertas nubes, nubes con las que el "gorritas" se acordó de mi: "tú no te metas", fue la respuesta, titubeante pero tratando de regenerar el valor, volteando los ojos para ver si lo que yo decía tenía fundamento, o era puro "bluff". Tuve que intervenir de nuevo "estas no son formas de resolver las cosas" y también "es un juego", reincidente. Pero, hablando de egoismo, olvidé que otras 15 o 20 personas estaban ahí. El "serio" quiso hacer las pases, hasta dialogo sin amenaza hubo. Pero no prosperó. De la nada, un alto grita la consigna más arraigada de los pleitos mexicanos "tú ahorita vas a ver hijo de tu p*** madre". Eso simplemente no se hace. Esa frase es provocativa 100%. Las consecuencias son desproporcionadas, considerando que la familia estaba ahí mismo. Y, haciendo honor a la respuesta que por años se ha acuñado, se levantó otro pavorreal cosanguineo, el hermano. Alto, igual que el del grito de machito. Ahora eran 4 machitos, dos estatura normal, dos altos. El "gorras" no tenia espacio para tregua. Su madre intervino "ya hijo, no te pongas así", "no vale la pena" o similar. El "gorritas" responde "ya te he dicho que no te metas en mis cosas, mamá",  "cuando son mis cosas, tú no te metas". Eso fue confuso ¿no la consigna machista era ya una afrenta de todos?. Este ya es el punto en el que la bronca deja de ser simpática y pierde la oportunidad de ser un recuerdo chistoso a futuro. Ahora adquirió un tinte de valemadrismo, donde es por familia, pero "tú no te metas, mamá". Se pidieron unas segundas "paces". No se secundó. Gente de cada catre agarró a su machito y lo separó. Eso, teniendo suerte, es lo mejor que puede pasar cuando la gracia ya se perdió. Uno espera que el "gorritas" no regrese a jugar si va a querer sacar cosas de otros lados, más pesadas que un juego de basquet. Se le nota pasión y eso lo debo reconocer. Es ha decidido desbordarla por ahí. Sé de otras personas que la desbordamos por otro lado. Ninguna pareciera ser "la correcta", sin emargo cuando te toca, te toca. Sin justificar, ese "perdí el control" que pudiera venir después, con cabeza fría, es un enigma hasta para la neurocienscia. Que si la pineal o la pituitaria. Que si la testosterona. Respuesta que tú sabes, mime, me parecen escuetas. La pasión pareciera, a como la veo, estar conectada con el todo. Con ese ser pulsante que alimenta planetas y oceanos. Hay combinaciones secretas en nuestra configuración electrónica que facilitan que surjan. El ADN aun tiene muchas incógnitas que espero la física y biología cuántica puedan responder. 

Al final, como dirían en los programas de televisión (esa caja tonta y olvidada) "perdieron todos". Después seguimos jugando, pero los animos siguieron al filo. Se respiraba y tu nariz podía cortarse. Se calmó, conforme la noche se adueñó del parque. Me lastimé el pie, desde una rotura que tiene mi tennis desde abril. Fui por curitas, ya que no quería caminar con la molestia hasta casa. Compré unas de $10. La coloqué y comenzó el diluvio. Esperando a la luz de la farmacia, pude notar algo curioso de los trasnochados que iban por medicina: los humanos hemos adoptado una postura peculiar para caminar bajo la lluvia; encorbamos, alzamos hombros, agachamos cabeza y damos pasos a tientas. ¡Es tan absurdo, mime!. Uno debería enojarse por estas cosas, no por un partido de basquet. Como si ese tanteadito fuese a anular o mitigar de algun moto las gotazas. No tiene ningun sentido. Planeo poner la queja al departamento legal a cargo de nuestra posturas. Y ya se que estas pensando ¿Quién soy yo para hablar de posturas, verdad? Yo, jorobado por el miedo acumulado en el riñón. A las piedras les gusta más cuando hago eso, mitiga el dolor. Oh. Me he dado cuenta, que es la misma reacción que tenemos ante la lluvia. ¿La lluvia aun nos da miedo? La respetamos. Como yo respeto a mis piedras, no por lo que son, si no por lo que representan emocionalmente. La lluvia, emocionalmente es ese mismo contraste de "echarse un tiro" o mejor "no vale la pena". "¿Nos aventamos?" "¿Si llegamos?" o "Mejor nos esperamos" son el equivalente a "Un tiro", "No son formas" o "Es solo un juego". El juego de la lluvia me cae bien, por contemplativa. Un tiro también puede ser, a su manera, contemplativo. Pasa más rapido, pero la precipitación es la misma.

Son días difíciles para todos y la lluvia es consciente y nos quiere recordar nuestra mortalidad de la manera más nostálgica, pero seria.

Hoy nadie me escribió a mi celular. Van dos o tres días desde que decidí no seguir enviando un "buenas noches" o un "buen día". Aun siento feo. Y así va a seguir sin saber cuándo parará. Quizá un buen día de noviembre, quizá hasta el próximo año.

De regreso a casa, después de reflexiones, me imaginé caminando con mi hija imaginaria; veníamos de jugar y de vivir la bronca en familia. Le platiqué sobre el amor. Le recordé que un padre siempre ama a sus hijos, no importa qué. Como la mamá del "gorritas" seguro lo hace, a pesar del desplante de su hijo. Como yo, tratando de explicarle a mi hija imaginaria, que solo se "nos olvida" que amamos, como quien "olvida" que tiene un brazo o un ombligo: luego nos acordamos, pero nunca dejaron de estar ahí. Es una analogía simple y ñoña que me encantaría contar. Y que conté. A mime, la mayor, mientras la lluvia quería de nuevo comenzar fuerte. Le conté sobre "mamá" y como a veces se puede enojar, pero no deja de amar. Le dije que a mi me pasaba igual. Y le dije, con especial enfasis "Y tú también debes amarte incondicionalmente, nunca lo olvides, el amor propio es fundamental". Llegamos a casa, con sueño. Saludamos a quien nos espera para dormir. La gorda, incluida. Tu luz, incluida. Saludo con beso al aire a mi esposa imaginaria y tu foto en la pared. Cierro ventanas. Duermo a la imaginación y me siento dispuesto a escribirte esto...

Comentarios

Entradas populares